Prácticamente se puede decir que todos los picadores, o persones que trabajaban a pico y pala dentro las minas eran procedentes de fuera de Cataluña. Después llegaron trabajadores de otra de las comunidades con larga tradición minera, como es el caso de Asturias. De hecho muchas familias que viven actualmente a Adrall tienen raíces familiares de otros lugares de la geografía española. En el periodo de máxima producción llegaron a trabajar en las minas hasta 120 personas, cosa que quiere decir que unas 100 familias dependían económicamente del carbón y de la central térmica. Por otra parte, esto provocó un importante crecimiento económico a otros sectores como los de la hostelería y los víveres. Se comenta que había una auténtica competencia para suministrar la comida a los denominados "quarters", que es dónde vivían una buena parte de los mineros, que, al menos tenían un sueldo, lo cual hizo que el dinero se moviera en una época más bien de penuria económica. Además de los barracones o "quarters" de Mas d'en Planas, también se alojaban mineros en el Pla de Sant Tirs, en la Seu d'Urgell, desde dónde iban a trabajar cada día a pie, y lógicamente en la misma población de Adrall, que disponía de dos fondas; "Cal Colau" y "Cal Hostaler", y dónde también la casi totalidad de casas particulares acogían huéspedes a dormir. Por la noche y en los días de fiesta era necesario distraerse, sobre todo teniendo en cuenta la rudeza del trabajo. Unos, seguramente por proximidad, se entretenían bebiendo vino en una casa que era situada a cerca de los barracones, en el mismo Mas d'en Planas, dónde la ingestión etílica hacía que de veces la juerga acabara a puñetazos al estilo de la "Taverna del Mallol". Bien diferente era la oferta de ocio que ofrecía "Cal Molins", en el mismo Adrall, reconocida sala de baile que disponía de bar y, sorprendentemente, de bolera. Dos maneras bien distintas de pasar el tiempo, impuesta cada una de ellas por los diferentes estratos sociales de los trabajadores del complejo; los picadores por un lado y el personal de la central, evidentemente más cualificado y culto. También es destacable el atractivo que ofrecía la propia red de vías, unos 10 kilómetros, y los centenares de vagonetas para mucha gente de la comarca y muy especialmente para los más pequeños. Era tradición que los escolares de la Seu d'Urgell visitaran, al menos uno vez al año, las minas, entrando en su interior y viajando alegremente con las vagonetas. Ni decir tiene que de la divertida experiencia salían aquello que se dice "negros como el carbón". También los más mayores se acercaban de vez en cuando a las minas, a falta de entretenimientos como los que tenemos hoy en día. Sin duda, de haberse mantenido la red viaria y el funicular que enlazaba el denominado "Pla de carrèga", con la central térmica, hoy al fin y al cabo serviría todavía como un buen lugar de ocio y un atractivo turístico mas a tener en cuenta. Las minas disponían también de un par de pequeñas máquinas de tren que transportaban el carbón extraído de las tres minas: la Resalía de 400 metros, la Teresa y otra el nombre de la cual no hemos podido averiguar, de 75 metros cada una. Hay que aclarar que esta profundidad no se correspondía con la realidad, ya que se bautizaba como "mina 75 o 100" aquella profundidad en la cual se había hallado el carbón; después la prospección seguía y se ramificaba. Con respecto a la red hostelera de Adrall, hay que decir que viene de muy lejos y que incluso se ha mantenido hasta nuestros días, puesto que son abundantes las casas -actualmente también cuenta con residencias casa de payes- y pensiones que acogen gente a dormir y comer todavía hoy. Hacia principios de la década de los 40 se detuvo la producción minera y la central térmica empezó a recibir carbón de Berga y de Asturias de más calidad que el que se utilizaba hasta entonces, procedente de las minas de Adrall. Las vías y la maquinaria se trasladaron finalmente a Sant Adrià del Besòs y la actividad de la central finalizó en el año 1952 . Hoy sólo quedan en pie algunas paredes del hangar dónde se cerraban las dos máquinas, el edificio en ruinas y abandonado que acogía la tasca del Mas d'en Planas y los recuerdos de la gente de Adrall, a los que agradecemos habernos facilitado estos datos. Posiblemente algo del que se ha dicho no sea exactamente como aquí se ha narrado. Pero es que de mineros ya no queda ninguno y es más el testimonio gráfico y el de la gente de Adrall lo que queda. Lluís Portella y Foto Nuri, de la familia Salsas Moreno dejó, afortunadamente, constancia fotográfica para el recuerdo. |