El mercado desde los porches. (Clicad para ver la imagen más grande).
Entre arcos, porches, y capiteles medievales, respirando el perfume medieval del siglo XII, en la Seu d'Urgell se monta, los martes y los sábados, todo un espectáculo: el mercado. Color, ruidos y olores del huerto y de modernidad se mezclan entre vendedores que son labradores, comerciantes, pueblo, turistas y también mirones. Recorren un camino privilegiado para la historia, la calle Mayor, la calle de los Canónigos y la plaza de los Oms, ante la catedral de Santa María, símbolo de un gran pueblo, que fue capital de España durante tres días. La historia del mercado de la Seu empieza en la Edad Media, cuando caballeros y caballos no podían ni imaginar como cambiaría esta ciudad olímpica.. Mientras estos luchaban en espectaculares torneos, los labradores, los ganaderos y incluso, vinicultores, mucho ha llovido desde entonces, bajaban de los pueblos próximos a la ciudad para ofrecer los mejores productos de esta tierra.
No eran muchos, por lo que todo el mundo se conocía y no era necesario distribuir el espacio. Se sabía cuál era el sitio de cada cual y se respetaban. Tomates, pimientos, patatas y habichuelas en verano se exponían en cestas de mimbre. La moneda era escasa, y la actividad comercial, si así se puede definir, se resumía en el origen del capitalismo: el canje. Se canjeaban verduras frescas por conejos o gallinas, y todavía no se hablaba de televisión. Con el siglo XX llegó una nueva dictadura, pero casi todo continuaba igual: la ginesta hacía olor, pero el alguacil ya empezaba a recaudar unas quince o veinticinco pesetas por el derecho de parada. Ahora en el mercado, templo de la mejor gastronomía, no sólo se compra y se vende, se vive. Se vive el mercado y se vive del mercado, claro está. Los productos de la tierra van quedando desplazados por los de intuitivos comerciantes que compran al mayor en el mercado mayorista de Mercabarna. Los grandes supermercados de dentro y de fuera de la Seu, sobre todo de Andorra, compiten ferozmente con el mercado tradicional.
Ya no se vende como antiguamente, quizás porque ir representa perder tiempo, que es una clase de tarjeta de crédito más valiosa que la Master Card. Se tiene que pasear entre los pasillos apretados que dibujan hileras de paradas enfrentadas. En el "súper" todo es más rápido. "Pero tiene otro gusto, no es tan natural". 
Los más pesimistas opinan que desaparecerá, otros no quieren opinar sobre su futuro. Y, afortunadamente muchos tienen en el mercado de la Seu una cita obligada los martes y los sábados 
Hoy podemos comprar ropa de última moda, zapatos, "cassettes", marroquinería, mesas, sillas, o juguetes. Es un sitio más de encuentro, un lugar donde reunirse "¡Oye niña, que están baratos, mil pesetas, mil pesetas!", "¡A trescientas , calcetines a trescientas!" Ya lo sabes, todo es muy barato. ¡Ven al mercado, reina!
Las paradas de fruta. (Clicad para ver la imagen más grande).

 
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